Nuestro viaje a Israel-Palestina-Jordania-Egipto 2011: Jerusalén

11/07/2011:

• Tomamos un bus Torrevieja - Aeropuerto de Barajas (T4). Salida a las 23:00 h, llegada el 12/07/2011 a las 06:00 h.

35 EUR (sin gastos de gestión si tienes tarjeta Alsa Plus).


12/07/2011:

• Shuttle de T4 a T2.
• Vuelo Madrid - Frankfurt con Lufthansa operado por Spanair, en un A-320 (no te reconocerán los puntos de Star Alliance). Salida a aprox. las 12:00 h.
• Vuelo Frankfurt - Tel Aviv con Lufthansa en un A-340-600. Salida a aprox. las 22:00 h.

El control de seguridad para subirse al avión que lleva a Tel Aviv es una mierda muy particular.

Hay una sala de espera aislada especialmente destinada a ese vuelo (tiene un puerta asignada permanentemente). Esta sala de espera tiene dos entradas y están abiertas hasta dos horas antes de embarcar. Dos horas antes de embarcar, echan a todos de la sala de espera, instalan el control de seguridad en una de las puertas y cierran la otra. Hacen a los pasajeros formar una fila fuera de la sala y se hace un control exhaustivo de cada uno para que pase a la sala de nuevo.
Recuerdo llevar mi mochila de banderas. Cuando uno de los guardias del control la vio, identificó la bandera de Polonia y dijo entre dientes "Polen". Hizo un gesto sarcástico y me miró. Por más fantasioso o rollo simbolismo literario que suene, ocurrió de verdad.
Fueron dos horas surreales y una buena antesala al fantástico mundo del paranoico control de acceso.

429 EUR ticket ida y vuelta en Lufthansa y Brussels Airlines Madrid - Frankfurt - Tel Aviv - Bruselas - Madrid (+ 12 EUR de gastos de gestión de Govolo)

13/07/2011:

• Llegamos al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv aprox. a las 05:00 h y salimos de aduanas e inmigración aprox. a las 06:30 h.
• Una vez en el aeropuerto, tomamos un taxi compartido (sherut)  de Nesher a Jerusalem. 58 ILS por persona.

1 EUR = 5 ILS.

El viaje dura unos 50 minutos y no es muy entretenido, pero se empiezan a ver controles en la carretera y cuando entras a Jerusalem, lo haces por unas urbanizaciones muy pijas que están cerca del muro que divide Jerusalem de la parte palestina o cisjordana, como quieras llamarla.

El sherut nos dejó a un lado de la Puerta de Damasco, al lado de unas vías de tranvía, al amanecer. Es una parte de Jerusalén donde domina la presencia musulmana. La calle, sin un alma, se veía maltratada, sucia y fea. Era intimidante.

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Totalmente desorientados, caminamos (esto es, yo seguí a H) hasta una encrucijada. Desde allí, mochilas a cuestas, inspeccionamos la zona hasta que dimos con el cartel del hostel. New Palm Hostel. 6 Hanevi'im St. Oh, dear, that doesn't look good at all.

 44 EUR la noche en habitación doble con baño ensuite.

Oh, dear, that doesn't look good at all. El pasillo está oscuro y sucio.

Al fondo hay una escalera angosta que lleva a una puerta metálica, de la que se apoya un señor que duerme en una silla. Hm. El señor llama a un chico que nos da una llave y nos dice que paguemos después. Nos conduce a un pasillo y nos muestra nuestra habitación: Toda una pared es una ventana con cortinas que da al lobby donde se desayuna, se ve la TV y se mata el tiempo. Intimidad cero. La habitación apenas tiene espacio para moverse, pero tiene aire acondicionado. ¡Hay wi-fi! Cool. A ducharse.

Nos duchamos y dormimos un rato. Un poco más tarde, salimos y hablamos con el encargado, musulmán, para pagarle. Nos dice que por tener aire acondicionado, la que nos dieron era una habitación "especial" que costaba 4 EUR más la noche. OK, we take it. Como siempre, nos pregunta de dónde somos. España! Messi, El Barca!. Seee. Nos cuenta que los españoles somos súper majos, los más majos del mundo. Americanos: malos, buhhh. Españoles: guay!!

Pagamos y salimos.Con gente en la calle, la cosa cambia considerablemente. El pasillo se convierte en un largo puesto de frutas. Allí lo vemos más claro: estamos en uno de los puntos neurálgicos de Jerusalén, sin duda alguna.

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La ciudad aún se está despertando y sin pensarlo mucho, empezamos a caminar. Cruzamos la puerta de Damasco y entramos a la Ciudad Vieja.

Adentro, todavía están abriendo las tiendas, montando los puestos y organizándose.

No es fácil hacerse a la idea de que caminas por un lugar por donde han pasado tantas cosas que han forjado ideologías y creencias. Los dulces y panes que se hornean huelen fantástico. En las panaderías sacan bandejas con dulces de pistacho, hojaldre, melaza, bollos de color tostado, turrones de frutos secos... y no soporto la tentación. Me clavan 2 EUR por un paquetito de dulces. Estoy segura que a un local le hubiese costado 0,2 EUR, pero... qué demonios.

Y así, van y vienen cada vez más personas: más temprano, las señoras musulmanas con sus hijos tomados de la mano, que se cruzan con judíos ortodoxos que van a pasos cortos y muy rápidos. Muchos de ellos llevan en una mano un libro (o alguna otra cosa) y cierran los puños o aprietan las manos cuando se cruzan con musulmanes. Es un gesto casi imperceptible. Pero es. Los trabajadores llevan y traen bandejas de pan, carretillas con productos varios... y empiezan a aparecer los turistas.

En la Ciudad Vieja hay un espectáculo mayor que los lugares históricos, y ese es la gente.

A medida que paseamos por las callejuelas, nos vamos topando con toda clase de tours que se entrelazan: De judíos estadounidenses y canadienses, de católicos hispanohablantes y de cristianos armenios y rusos ortodoxos, todos atendidos por musulmanes en las tiendas a las que entran. Salvo por pedacitos católicos y por el "barrio judío" conforme pasas la entrada del Muro de las Lamentaciones, todas las tiendas la Ciudad Vieja las llevan musulmanes.

Ni juntos, ni revueltos. Si eso, en paralelo.

En esta parte de la ciudad, pasamos por todos los puntos históricos de rigor. Quizá soy una ignorante o una maldita desalmada, pero no sentí ninguna transformación espiritual. Por el contrario, empezaba a crecer en mi una especie de ira motivada por ver y tocar lugares que eran sólo lugares, como mi casa, como la acera de enfrente, pero que han justificado tantas guerras, tanta muerte y tantas injusticias. Lugares donde hay gente que intenta hacer su vida, la vida de todos los días, la vida de nacer, amar, odiar, aprender, crecer, comer, cagar, dormir y morir.


El ser humano se hace muchas pajas mentales. No vale la pena.


Y luego descubriría que en Israel y Palestina hay alguien más odiado que el judío, el cristiano, el musulmán, el hindú o el budista: el ateo.

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Pasamos al Muro de las Lamentaciones y al barrio judío a través del túnel. Para eso, pasamos un control militar y recibimos un folleto informativo.

En el muro, lo típico. Si eres hombre y no llevas kipá, puedes tomar una prestada. Si eres mujer, no es necesario que te cubras la cabeza, pero muestras respeto si lo haces. También puedes tomar prestado un pañuelo. Hay una división física entre la parte del muro de hombres y la de mujeres (que es notablemente menor). Pedimos nuestros deseos y no se cumplieron. Ateismo: 1; judaísmo: 0.

El barrio judío o Jewish Quarter es muy bonito. Para entrar, hay que pasar otro control.

Desde allí, el muro se ve diferente y al fondo, aparece la Cúpula de la Roca, templo musulmán.

En este barrio hay un edificio que me impresionó por su diseño: El Yeshivat Hakotel.Otro edificio increíble (tanto si te interesa la arquitectura como si te interesan las teocracias) es el Aish Ha Torah. En este barrio, las tiendas de souvenirs se desmelenan más con camisetas impresas con mensajes como "America, Don't Worry: Israel is behind you" o "Israel -UZI- does it". Ahh... wrong.


Salimos del barrio judío y volvemos al armenio, cristiano y musulmán. Después de clavarnos 2 EUR por un refresco frente al Santo Sepulcro y quedarnos con mal cuerpo, decidimos que hay que comer. Hay hambre... hay que comer. Pero no en la Ciudad Vieja.

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Salimos de la Ciudad Vieja por la Puerta de Jaffa y llegamos al Mamilla Mall, que es el sitio al que NO vas si estás cort@ de presupuesto.

Después de caminar este largo y pijo paseo, regresamos a la puerta de Jaffa y nos comimos un Kebab + un refresco (aprox. 7 EUR cada uno), preparado por un señor muy amable en un sitio humilde al lado de la oficina de turismo.

Ya que salimos de la Ciudad Vieja os advierto. Si váis y os antojáis de los bloques de incienso de colores, de los que venden al peso, compradlos ahí, cuesten lo que cuesten. Yo seguí buscando después en otros lugares y nunca más los encontré :(.

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Por la tarde, subimos al Monte de los Olivos. De camino, hay una iglesia cristiana ortodoxa que por lo visto es muy importante. Para llegar a la cima, se pasa por escalofriantes cementerios judíos visitados por cuervos.

Hicimos fotos y grabamos nuestro vídeo.

También nos interceptó un chaval de unos 10 años, que nos dio una rama de olivo (como las que sobran en España; anda, que....) y nos siguió para pedirnos dinero. Hmmm, clásico. Grave error. Dood, we are not your average tourist. Y menos H, que sermoneó al chico con ejemplos de cuantas horas/hombre nos costó llegar allí y cuán injusto era intentar canjear una rama de olivo (3 segundos de tiempo, 0 esfuerzo) por el equivalente monetario de al menos 2 horas de trabajo físico e intelectual. I *heart* H.


Regresamos por la Puerta de Sión y rodeamos la Ciudad Vieja por el oeste hasta llegar al hostel.

Pero antes de "guardarnos", cenamos en un restaurante cercano. ¿Y qué comimos? Sí. Un buen rollo de kebab, mucho mejor que el del almuerzo + refresco. Qué otra cosa si no. 7 EUR cada uno.

Al día siguiente partiríamos a Belén.